Si
el ejercicio físico es la cura prometida,
eché a correr como un demente. Quizá lo sea, o siempre lo haya
sido... Corrí y corrí con la lengua fuera, meneando la cabeza al
ritmo de los hombros desacompasados. Llegado un momento, (no sé qué
momento) me sentí tan mareado que tuve que detenerme repentinamente.
Justo
allí,
ante mi, una mariposa descabezada y de alas perforadas realizaba
piruetas en el aire bajo la dirección de los hilos invisibles que
manejaba una sombra alargada.
Mariposa. PALOMO |
Mariposa. PALOMO |
La
danza serena y hermosa de aquella criatura y el acompañamiento de
las sombras me embelesó. En aquel estado de semitrance podía incluso escuchar sus invisibles y acompasados sonidos. Aquella música de castillo olvidado, del lugar cercano en el que ya no pensamos, de la leyenda histórica de sabias voces de timbre metálico.
[CONTINUARÁ]
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